Una librería y su tiempo
Dicen, y no sin razón, que la profesión de librero es una profesión de riesgo. Tal parece cuando son numerosas las librerías que cierran por falta de lectores, y nadie, ningún poder estatal o privado, se estremece ni mueve un dedo ante semejante desafecto por parte del público. Son ya muchas las librerías que han echado la persiana, y que, grandes o pequeñas, en su lugar se instalan oficinas de negocios multinacionales o sedes de entidades financieras. El actual poder político —con independencia del signo que sea— no parece otorgarle demasiada importancia a la cuestión, y, más allá de las consabidas campañas en los medios de comunicación, no hace nada realmente significativo al respecto. Sigue leyendo