Hablar de Carlos Oroza es evocar una imagen que sobrevuela por encima de cualquier otra en la nube de mi memoria: un paseo vespertino, en un día de otoño, por el antiguo barrio de pescadores de O Berbés, en la ciudad de Vigo. Sigue leyendo
Hablar de Carlos Oroza es evocar una imagen que sobrevuela por encima de cualquier otra en la nube de mi memoria: un paseo vespertino, en un día de otoño, por el antiguo barrio de pescadores de O Berbés, en la ciudad de Vigo. Sigue leyendo